jueves, 14 de marzo de 2013

Confidencias y malas noticias

Tengo por costumbre enfatizar los momentos alegres y positivos y guardar en lo más profundo de mi, lo triste como si no existiera. Pero por desgracia existen.
Los que me conocéis sabéis que no me gusta exteriorizar demasiado por miedo a que mi mundo de color de rosa se derrumbe.

Hace mucho que tenia que haber escrito esto pero me resistía a hacerlo. Decir las cosas en voz alta las hace reales y ya no hay vuelta atrás.

Cuando mi vida en Sant Cugat comenzó fue un inicio en todos los sentidos. Trabajo nuevo, nuevos compañeros, ciudad nueva, vida nueva, y también nueva vida familiar. Si! de esto último es de lo que os hablare hoy.
Muchos pensareis que no es necesario, pero de verdad necesito hacerlo.

La misma semana que me confirmaron mi traslado, mis padres nos anunciaron que se divorciaban.
Aunque mis padres han tenido sus momentos y cuando te vas haciendo mayor los comprendes más, siempre es difícil asumir una ruptura y que las cosas nunca más volverán a ser iguales.

La situación fue muy dura y más en la distancia. Lidiar con sentimientos, situaciones y ver y saber cosas que como hija no te gustaría vivir, me llevo a distanciarme de mi aita.

Hoy hace más de un año que no hablaba con él, pero hoy también ha sido el día el que he sabido que le han diagnosticado un cáncer.

Cuando algo así ocurre, por lo menos en mi caso, se te olvida el porque llegamos a esta situación y lo primero que haces es llamarle para que sepa que le apoyas.

Y eso es lo que he hecho. Aunque se que habrá un largo recorrido, siento que en estos momentos tengo que aparcar mis sentimientos y estar ahí.

Así que ahora ya lo sabéis. Siento no haberme sincerado con muchos de vosotros, pero no ha sido por falta de confianza sino por no querer asumir la realidad.

Sienta bien poder escribirlo y decirlo en voz alta, aunque no lo hace menos duro.





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